Cero

Una de las frases favoritas al hablar de rugby es la de que hay sitio para todo el mundo, cualquiera puede jugar: da igual si eres alta o bajita, bien nutrida o un bichopalo. Y es posible que esto sea cierto en el campo, pero en el vestuario hay otras reglas.

No es habitual no gustar a nadie porque sí, aunque pueda darse. Es posible acabar siendo invisible por timidez o por ser una pesada, pero en general una encuentra más o menos su lugar y se ve más o menos integrada, si el entorno ayuda. En caso contrario, después de sentirse fuera de sitio durante un tiempo, la jugadora decide cambiar de actividad y desaparece sin hacer mucho ruido.

Pero hay otra forma de salir, la que deja heridas. Se llama “el problema eres tú”. Puede llegar en forma de discusión o en su formato más habitual y venenoso: en silencio.

En cualquier caso, va con la equipación incluida: te llevas el 0 a la lavadora.

El 0 puede saber por qué cae mal, y quizá  desde qué momento, y si ha cometido un error puede incluso haber intentado arreglarlo (sin éxito, ya que ha caído en desgracia y por eso es un 0). Pero en ocasiones no es consciente de serlo hasta después de un tiempo. Nota cambios de actitud en algunas compañeras, pero al principio no les da importancia. Suelen ser jugadoras con cierto peso en el equipo, ésas que pueden permitirse una mala contestación, un gesto que excluya a la compañera, un “desprecio elegante”; elegante, porque ellas lo valen. Es algo consentido por el resto del equipo, nadie lo censura en voz alta. Y así comienza el vacío, tacita a tacita: en un momento dado, el 0 se siente raro, como en una experiencia extracorpórea. Coño, no estoy. La gente mira pero no me ve, no me han saludado hasta que lo he forzado, me esquivan en el tercer tiempo. Nadie se atreve. Bueno, sí, una o dos, las que se van pronto a casa porque no se sienten muy integradas. Aunque a ellas las saludan.

El caso es que en el campo todo parece normal. Pero entrenando, cuando hay que hacer parejas, me cuesta encontrar a alguien; me quedo sola entre ejercicios; en la ducha no me hablan, evitan mi mirada; nadie me ofrece su coche para volver a casa.

Es raro que el 0 reviente y monte un pollo que salpique a todo el equipo, porque no suele tener nada a lo que agarrarse. Hablar de silencios, de feos, de vacíos, suele producir más silencios, miradas de “ésta está grillada”. Comentárselo a una compañera a veces despierta cierta simpatía, pero el apoyo suele ser silencioso y a distancia. No olvidemos que juntarse con una apestada te hace serlo a ti también. Eso lo entendemos todas, la apestada se hace cargo. Hablar con la capitana, si no forma parte del grupo que hace el vacío, puede que ayude. Pero normalmente, si no lo es, estas cosas no pasan en su equipo; si la capitana es una persona madura, de las que cuidan a sus jugadoras, es más difícil que haya un 0. Y acudir al entrenador… ¿Susto o muerte?

El final de la historia siempre es el mismo: el 0 se marcha por la puerta de atrás. Puede que se vaya a otro equipo, si le quedan ganas de jugar, o que lo deje definitivamente. No irá a ver a sus compañeras, no estará en cenas de Navidad ni en partidos de veteranas. Será como si nunca hubiera existido. Bueno, sí, está en la lista de correos, ha sido del Club. Su historia queda en ella, un bonito tatuaje interior. Puede que en algunas deje sentimiento de culpa o sensación de victoria, lo mismo da; su marcha es en realidad la mayor derrota del equipo.

Toda esta historia podría parecer exagerada si no fuera porque muchas conocemos algún caso de 0, en nuestro equipo o en los contrarios. Siempre es un tema tabú, aunque en los corrillos nos encanta comentarlo. Otra anécdota más, como que te pisen la cabeza o te muerdan en un ruck. Pero resulta que todas formamos parte de ello. Puedes ser víctima, verdugo o cómplice. Siempre serás cómplice si eres testigo pasivo.

También podrías ser la que saca la cara por la compañera, aunque no conozco a muchas personas así. Me encantaría, pero hoy en día es mejor agachar la cabeza y empujar, que cada cual se saque las castañas solita. Eso sí, somos un equipo.

Si estás ahí, no te lo comas sola. Yo te escucho.

Si lo estás viendo, actúa. Es tu compañera. Y si no lo haces, mírala a los ojos cuando hables de compañerismo. Si aún está ahí, claro está.

Si eres verdugo, ya sabes lo que pienso de ti.

Decía un cartel en mi instituto la frase: “no cometas ninguna injusticia, no soportes ninguna injusticia”. Mil veces la he recordado. Hoy quiero gritarla.

Si olvidamos que un equipo es como un cuerpo, dejaremos de sentir cada una de sus partes y habrá zonas que no funcionen. Todos los órganos deben estar bien para que el sistema fluya. Cada compañera es importante, tiene que encontrarse a gusto a nuestro lado. Es mi responsabilidad cuidar a todas y cada una de ellas, estar segura de que nadie se sienta fuera. Mirarlas al salir al campo y estar orgullosa de luchar con y por mis compañeras. Mi equipo.

TOLERANCIA 0 HACIA EL BULLYING EN EL RUGBY.

Silvia Pascual

Comments (1)

  1. Bárbara

    Que gran verdad amiga, yo lo he vivido no tanto hacía mi, que creo que no llegué a involucrarme al 100% en el deporte, pero si de la persona que me recibió con los brazos abiertos y con la que surgió una gran amistad y demostré en todo momento. Al que no le guste que se meta el dedo en el culo y sople, pero hay taaaanntaaaa hipocresía… en fin!tolerancia 0 al bullyng en el rugby ( y en tosas partes)…:-)

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